7.3.09

d'altres, escrits: e vila-matas

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Fue Duchamp quien a principios de los setenta me situó en la pista del enigma Roussel: “En 1911, asistí con Picabia y Apollinaire en el Teatro Antoine a la representación de Impresiones de África, de Raymond Roussel. ¡Fue formidable! En escena había un maniquí y una serpiente que se movían muy poco, todo muy loco, muy insólito. Ese hombre fue un revolucionario: al nivel de un Rimbaud. Rompió con todo (…) ¡Qué personaje sorprendente! Vivía encerrado en sí mismo, en su roulotte, con las persianas bajadas. ¡Tuvo una vida extraordinaria! Y, al final, ese suicidio…”

Aunque el suicidio era lo más enigmático, todo en aquel comentario de Duchamp me dejó intrigado. Unos días después, supe que si Roussel vivía encerrado en sí mismo y con las persianas de su roulotte bajadas era porque pensaba que estaba rodeado de esplendores todo lo que escribía y temía la menor fisura que pudiera dejar escapar los rayos luminosos que salían de su pluma. Quedé impresionado, no podía ni creerlo. Fui a comprar su novela Locus Solus, que acababa de publicar Seix Barral. Y hoy ese ejemplar es una de las cinco piezas más queridas de mi biblioteca.

Enrique Vila-Matas, El País, Babelia, 7 de febrero de 2009
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